Hola amigos, ¿Cómo
andan? Yo estoy de maravilla y vuelvo con un contenido bastante cargadito, que
por el título, ya podemos inferir el motivo que tiene. Se que es un poco tarde
para traer esta publicación, pero es que el tema es de tanto interés que no se
me podía escapar de las manos…
Acabada ya esta corta introducción, dirijámonos
directamente en el tópico.
Bueno, como ya sabrán,
el mes pasado era el mes de la amistad, el mes del amor, donde el amor flota en
los aires y todo se basa en mostrar afecto y cariño y comprar regalos para
aquellos que te interesan y que tienes un sentimiento especial. San Valentín es
aquella única época en el año donde todo el mundo se siente “cómodo”, y si
tienes a alguien junto a ti ni hablar, te sientes en el paraíso. Todos creemos
que, con todos los regalos que recibimos y ver las reacciones que tienen los demás
por los regalos que entregamos, estamos en la cima del mundo… ¿Les digo la
verdad? No es así. San Valentín es un timo.
Para comenzar,
nos rompemos la cabeza buscando miles de regalos distintos y únicos para
conseguir la aceptación de una persona que, probablemente, ni sepa de tu
existencia. A la profesora de las clases de tarde, a los vecinos y a la mitad
de la población dominicana. Además, no es una, ni dos, ni tres, sino que un sinnúmero
de personas y supuestos amigos que ni sabes si recibirás algo por parte de
ellos o valoraran de corazón eso que les regalaste y tanto te esforzaste… A la
chica que nos gusta intentamos llevarle el mundo y veinte pesos más, pero
tenemos que entender algo, no porque una chica nos mire fijamente a los ojos
por más de cinco segundos significa que les gustamos, puede ser porque tengas
una mancha en la cara o algo le parezca raro de ti, es mejor no hacerse
ilusiones.
Lo que más risa
me da de todo este lio de los regalos, es la calidad de los mismos, que se debe
tomar muy en cuenta. Está bien, tengo que admitirlo, ¿a quién no le gustaría unos
cuantos regalos en San Valentín? A todos, cierto. Nos planteamos una idea de
que la intención es lo que cuenta, pero tampoco significa que te gastes más de
lo que una persona puede imaginarse en su regalo, para que luego recibas de
esta un chocolate derretido que hasta te sepa rancio. Es comprensible que el
amor y el afecto que las personas tenemos por otras es muy fuerte, pero las
cosas materiales no significan ni representan lo mismo…
Para finalizar,
debemos darnos cuenta de quienes son nuestros reales amigos y las personas
importantes para darles así un regalo. También, medirnos y controlarnos con lo
que gastamos. El amor se demuestra mediante acciones, no por regalos y tonterías
por el estilo que al cabo de una semana desparecerán en el mundo de la persona
que lo reciba.
Esto ha sido
todo por hoy, espero que les haya gustado y nos vemos en la próxima amigos, ¡adiós!
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