¿Hola
amigos, como andan? Yo estoy muy bien y
bastante preparado para traerles esta segunda parte del libro “Corazón”,
redactado por Edmundo de Amicis. Esta vez vamos con el mes de Noviembre. Esta
historia es de la siguiente manera…
NOVIEMBRE
“Hoy he
visitado el colegio de las niñas, que está enfrente al nuestro, para ir a
buscar a mi hermana Silvia y entregarle el libro del “Patriota Paduano” a su
profesora, que lo quería leer. Cuando llegué había un muchacho tirado en el
suelo llorando, parecía un deshollinador de lo sucio que estaba. Todas las
chicas le preguntaban: “¿Qué te pasa?” Pero este solo lloraba y lloraba… Luego de
unos 2 minutos llorando, el chico conto que había perdido 6 reales que había ganado
por limpiar chimeneas, y que no se atrevía a volver a su casa sin nada. Entre
todas las niñas lograron reunir el dinero necesario, tanto así, que incluso
sobraba. Después, vino la directora gritando: “¡Dejen a ese niño tranquilo! ¿Qué
no pueden ver cómo está?” Y así el niño acabo con una sonrisa en su cara, con
monedas y flores en sus manos, a su alrededor y en su sombrero y zapatos.
Al día
siguiente recibo una carta de mi madre, recordándome el día de los fieles
difuntos. Esta carta decía todo sobre este día, pienso que mi madre realmente
que lo tome en cuenta. En la carta me recordaba que este día era el 2 de
Noviembre, me recordaba que se celebraba en ese día y porque debíamos hacerlo.
Me recordó todos esos motivos por los cuales debemos venerar a los difuntos,
por aquellas maestras que dedicaron todo su tiempo a sus alumnos, por esos
bomberos que murieron en llamas al haberse sacrificado entregándole el ultimo
pedazo de soga que tenían a los civiles, por todas esas personas, que se merecían
una oración…
Hoy es viernes,
solo han pasado 2 días de fiesta y no puedo aguantar ni 5 minutos más sin ver a
mi amigo Garrón. Cuanto más le conozco, más le quiero. Es un chico inigualable.
Cuando ve que un grande le va a pegar a un pequeño, este grita su nombre y ya
el grande no le pega. Todo lo que se le pide, rápidamente lo presta. Me encanta
reírme con el acerca de su vestimenta, da risa ver como su chaqueta y su pantalón
son muy pequeños para él. Hubo una vez que dio 5 céntimos a un niño de primero
que lloraba; se le había perdido el dinero y no podía comprar su cuaderno. Para
no causar preocupaciones, no reveló la vez que se cortó el dedo, ni en su casa
ni en la escuela. Era un chico de muy buen humor; todo se lo tomaba a broma,
incluso los insultos. Había una sola cosa que lo enojaba, y era cuando una
persona lo llamaba mentiroso. Todo el mundo está feliz de tenerlo en la
escuela, incluso el profesor demuestra su cariño hacia él. Mis compañeros de
clase y yo estamos agradecidos por ese regalo que Dios nos mandó.
No puedo
creer lo que pasó hoy. Carlos Nobis ha tenido una gran y calurosa discusión con
Beti. Nobis es hijo de un señor alto, rico y de linda barba. Mientras que Beti
es hijo de un carbonero. Nobis, desesperadamente, estaba diciendo cosas sin
sentido, sabía que estaba perdiendo la discusión y no sabía que decir. Por lo
tanto, a Carlos se le ocurrió tener la malísima idea de llamar el padre de Beti
andrajoso. Beti se sentó y se puso a llorar, no respondió al insulto de Carlos.
Lo que hizo Beti al llegar a su casa fue comentárselo a su papá. Los padres de
cada niño fueron a la escuela, a verificar que fue lo que pasó. El padre de
Carlos lo obligó a pedirle excusas a Beti, y que los sentaran en el mismo
banco, para que se pudieran entender. Luego de que Carlos le pidiera perdón a Beti,
su padre se despidió de él y le dijo: “Trata de conseguirte este muchacho como
amigo, ya tengo a su padre como uno” Los dos adultos se dieron la mano y se
fueron…”
Y eso es
todo por hoy, espero que les haya gustado, recuerden que este libro es el
diario de Enrique, por lo tanto estoy hablando en primera persona. Prepárense
para mañana, tengo algo que para mí es chulo… Adió.
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